miércoles, 23 de noviembre de 2016

Con el papa de mi amigo

De cómo el papá de mi amigo y yo jugamos cuando nadie nos veía.

El siguiente relato ocurrió en el mismo pueblo del relato anterior, en el año 95.
Yo tenía en ese entonces 10 y vivía en una cuadra (calle, barrio) donde había muchos amigos que promediaban mi edad, uno de ellos era Óscar que vivía enfrente con su familia en la casa más grande del pueblo, con un solar enorme donde siempre jugábamos.

Por razones circunstanciales a finales del 94 mi familia se fraccionó, mi hermana se graduó del colegio y se fue para Ibagué, mis dos hermanos mayores resultaron donde mi padre que tenía una casa y otra familia en el mismo pueblo, mi mamá para Bogotá a trabajar y decidió que era mejor que terminara por lo menos mi educación básica en el pueblo lejos de la tensión de la ciudad.

Me comunicaron que iba a vivir con Óscar y su familia que se componía además de él claro, por su abuela, su mamá, su hermano de un año y su papá, José que era un señor de 39-40 años según mis cálculos.

José medía unos 175 cm de altura, de piel trigueña, de cuerpo grande, era muy velludo y con bigote.
No sobra decir que a esas alturas de mi edad ya disfrutaba de mirar a los hombres e imaginar con malicia cualquier situación sexual o morbosa (aunque desconociera los términos).
Como espiar desde el tanque del agua sobre los orinales a los tipos borrachos en la tienda del lado que los sábados descargaban sus vergas, ebrios sin imaginar que alimentaban mi fantasía por esas vergas morcillonas.
O mirar emocionado como un vecino joven de la cuadra en toalla se sentaba afuera de su casa siempre a fumar y si uno se sentaba sobre el andén a veces podía ver su pene dormido entre esa mata de pelos.

En general las cosas empezaron rutinarias en la nueva vida, aparte de que tenía un amigo de mi edad con el que pasaba todo el tiempo luego de la escuela, ojalá pudiera decir que hicimos cosas como experimentar nuestra sexualidad pero no fue así, todo transcurría con normalidad por esos días, y yo ya no tenía contacto con Guillermo debido a los cambios que habían ocurrido y ciertamente existían restricciones para salir como me diera la gana lejos de la cuadra donde vivía para siquiera intentar buscarlo porque no puedo ocultar que pensaba mucho en volver a tener acción sexual, sobre todo después de haber vivido dos años de intenso culeo sin tapujos y haber comido verga y culo desde tan temprano.

Con José, el papá de Óscar, antes de lo acontecido no hubo situación alguna que me hiciera pensar con malicia o morbo sobre él y además como lo veía tan severo procuraba no estar mucho tiempo en su presencia, pues regañaba mucho a su hijo mayor por cualquier tontería o al menos eso me parecía y fue a lo más un par de meses de estar viviendo en la casa cuando todo comenzó.

Había comprado un álbum de los Caballeros del Zodíaco los cuales eran absolutamente populares en aquella época, sin embargo como sabía que eran severos en la casa y para evitar meterme en problemas por gastar dinero en esas cosas lo mantenía oculto inclusive de Óscar ya que como suele pasar con los niños también existían envidias entre nosotros y a veces peleábamos por tonterías.

Cierto día, me encontraba en mi cuarto después de haber comprado láminas para el álbum feliz pegándolas y mirando mi colección cuando de repente entró José y aunque rápidamente lo oculté bajo la almohada fue evidente que escondí algo y eso llamó su atención.

-Qué tienes ahí- me preguntó, viéndome descubierto no tuve más remedio que mostrarle, él lo hojeó muy serio y al final solo me dijo –escóndelo bien para que no lo vea Gloria (su esposa)-, me sentí aliviado, pero lo que aconteció luego fue lo que me dejó perplejo.
–Yo también tengo un álbum que mantengo escondido pero te lo voy a mostrar, quédate aquí- No tenía idea de lo que pasaba pero me sentía contento porque no estaba enojado, al contrario al parecer me tenía confianza.

Al momento regresó, cerró la puerta, se sentó en la cabecera de mi cama, agarró mi álbum y me dijo que me sentara a su lado, entonces se sacó debajo de la camisa una revista y la puso entre las páginas del álbum para esconderla.

La abrió y empezó a mostrarme esas escenas increíbles de parejas culeando, mi reacción fue de estupefacción, con los ojos abiertos a más no poder detallaba las imágenes de hombres comiendo coños (esa vez detallé como es una vagina), mujeres mamando y todo lo relacionado.
Él miraba la revista y miraba mi reacción ante esa situación, yo estaba estupefacto y no sobra decir que yo estaba deleitándome con lo que estaba viviendo ya que de repente me vino la idea morbosa de estar envuelto de nuevo en una situación de sexo desenfrenado con un hombre bien bueno como estaba el papá de mi amigo.

Mientras mirábamos la revista, José me iba explicando al detalle todo lo que iba apareciendo en las imágenes y entonces se me ocurrió mirar hacia su entrepierna y vaya sorpresa al notar su bulto latiendo bajo el pantalón, se le marcaba la verga y no hacía nada para taparla, eso me alentó a dejar mi timidez y a preguntar sobre las cosas que estaba viendo en la revista sin ningún pudor – ¿A ella le duele? a ¿qué sabe la vagina? - Etc.

Él con frescura me contestaba todo e inclusive me preguntó si notaba que las vergas adultas estaban llenas de pelos y me preguntó si yo tenía ya algunos a lo que respondí que no – ¿y usted tiene?- le pregunté yo –si claro muchos, ¿quieres ver?- y yo asentí.

Entonces dijo – ¿pero si te los muestro también debes darle un besito, te gustaría?- y además hizo un gesto de meterse y sacarse el dedo índice de la boca.
Yo comprendía al pelo lo que quería y me invadió un entusiasmo nervioso por lo que parecía inminente; saciar mis ganas de morbo y sobretodo con el hombre perfecto para ese momento.
Me dijo que a las 4 de la tarde me esperaba en el patio trasero de la casa y que llevara algún recipiente con el cual podía disimular que iba al limonar a recoger limones en caso de que me preguntaran, hay que recordar que en esa casa la abuela (la mamá de él) era la típica gruñona estricta y cascarrabias.
Cabe decir que mientras estábamos en todo el asunto ella entró de inmediato al cuarto y nos sorprendió pero no se dio cuenta de nada.

Todo ese día estuve con una especie de nerviosismo y ansiedad al ver que se acercaba la hora, quería que todo saliera bien para ojalá iniciar un cuento exquisito y esta vez dentro del lugar donde vivía.
Luego del almuerzo me di cuenta que mientras estuviera Óscar en casa iba a ser complicado esconderme de él ya que todo el tiempo andábamos juntos y estaba un poco preocupado, lo bueno es que ese día él tenía una invitación a la piscina pública con sus compañeros de curso y su papá claramente sabía esto y por eso lo había planeado así.
Total fue que por Óscar pasaron a las 3:30 y todo marchaba bien.

Llegaron las 4 pm y me armé de valor, fui a la cocina y agarré alguna taza y me dirigí atrás al patio que estaba separado de la casa por una puerta, la atravesé y fui hasta el palo de limón que quedaba al fondo del patio oculto de la casa por los demás árboles.

Entonces estuve bajando algunos frutos con parsimonia cuando sentí que alguien llegaba, efectivamente era José –muy bien que ya recogiste los limones- entonces se acercó y cuando se disponía a hacer algún movimiento notamos que al otro lado del patio había alguien, es decir, la escuela donde yo estudiaba y ese alguien era el aseador que nos había visto pero no nos puso mucho cuidado.
Entonces esperamos que terminara y cuando al fin se fue todo empezó.

Lo primero que hizo José fue arrodillarse quedando nuestras cabezas más o menos a la misma altura, me tomó por detrás y juntamos nuestros labios.
La electricidad fue instantánea, no me esperaba que empezara así pero sentir sus labios ásperos y su bigote frondoso contra mi cara me gustó y aunque nunca había besado emulaba los movimientos suyos y nos vimos rozando nuestras lenguas en un beso sexual y morboso en donde las manos suyas me empujaban contra su boca y las mías consentían su pelo intentando aumentar la sensación placentera que estaba experimentando, me besaba el cuello y me decía algo como –hmm que rico, resultó que te gusta ya vas a ver cómo vas a disfrutar-.

Entonces se apartó un poco, bajó mi pantaloneta y subió mi camiseta para detallar mi penecito, lo cogió entre sus dedos y me decía –que rico verguito aún no tienes pelos pero pronto te van a salir ya verás- me masajeaba el pene y la sensación era deliciosa además nos besábamos mientras tanto.

Al momento se inclinó y se lo llevó a la boca y empezó a mamarme, sentía su boca húmeda untándome de saliva mi verga y apretando mis nalgas me empujaba hacia él para devorarse todo el pitito, dándome pequeñas mordidas y lengüetazos empezaba a sentir unos espasmos increíbles, como un dolor gustoso.

Así estuvo él pasando su lengua por mi verga y mis huevos por un rato, enseguida era mi turno por lo que se levantó y me indicó con la mirada lo que debía hacer, lo primero que hice fue sentir ese tolete con mis manos por encima del pantalón, en mis manos se sentía increíblemente grande y durísimo, luego desabroché el cinturón y el botón del pantalón el cual bajé hasta las rodillas, teniendo en frente los interiores el olor a verga ya era notorio entonces él me tomó por atrás de la cabeza y me empujó contra su pene a la vez que movía su pelvis contra mi cara y yo saboreaba y me embadurnaba extasiado de ese olor a verga.

Se bajó los pantaloncillos y saltó esa vergota que escondía y que en mi percepción era gigante, morena, venosa y con una enorme mata de pelos que la adornaba, además del olor a macho que exhalaba recuerdo que ya estaba húmeda por el líquido pre seminal (aunque creía que eran orines).

La observé y la agarré con las manos que eran diminutas contra semejante palo de carne que sostenían, me indicó que le diera un besito cosa que hice sin dudar y recuerdo su sabor salado y su textura blanda en la cabeza que era lo único que me cabía en la boca, la saboreaba y la mordisqueaba con entusiasmo y desfogando las ganas acumuladas de probar verga que tenía ya desde hacía rato.

Así estuve un rato mamando ese palote mientras José me decía lo rico que lo hacía, a veces me separaba de su pene para besarme en la boca inundada de sabor a verga, además junto con el calor del lugar ya sudábamos y ese olor a sexo que se impregna estaba en los cuerpos.

Podría decir que todo ocurrió en algo así como 20 minutos pero fueron como horas las que disfrutamos mamando y morboseando

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