sábado, 10 de diciembre de 2016

Con el doctor

No lo podía creer, las piernas me temblaban de la emoción, la idea de estar en la casa de mi Doctor favorito me prendía full, trate de disimular la emoción, pero la verdad mis ojos me delataban.

-Vamos a mi cuarto para estar más agusto- Me dice 

Inmediatamente entrando a su cuarto, me siento en la esquina de su cama, mientras observo como el Doctor se quita el saco negro que traía puesto ese día. De repente volteo y con una cara llena de lujuria, agarra mi mano y hace que me pare de su cama, para quedar frente a él, nos miramos por unos segundos imaginando todo lo que íbamos a hacer en unos instantes.

Aún recuerdo aquel día en el que regresaba del gimnasio con, en aquel entonces el amor de mi vida, el tan famoso “Manuel”, conocido por sus negocios ilícitos que manejaba en el centro de la ciudad, cosa que él pensaba yo ignoraba, pero era todo lo contrario, aunque por respeto guardaba silencio, bueno la verdad no por respeto mantenía aquel dato, solo lo callaba porque sabía que más adelante lo podría utilizar para algún beneficio.

Pero bueno regresando al inicio, esa noche “12 de Abril de 2016” ya daban las 22:00 hrs y apenas iba llegando a mi casa del gimnasio, presionado por la cantidad de deberes que aún tenía pendiente, pero todo eso podía esperar, yo estaba en el carro de “Manuel” y obvio no iba a desperdiciar la oportunidad de comérmelo a besos y darme unos sentones en su verga.

Así que todo empezó a las 22:10 hrs, Manuel se estacionó en una calle, con los faros de luz descompuestos, a la vuelta de mi casa; rápidamente puso el freno de mano y tan pronto lo soltó, con mis manos agarre su rostro, lo mire directamente a sus ojos cafés y profundos, él tenía una mirada cansada, misteriosa y llena de lujuria.

Esperaba a que él me besara primero, pero la verdad no aguante, así que no me di cuenta a qué hora metí mi lengua al interior de su boca, el sabor de sus besos eran frescos, supongo por la pastilla de menta que él ya venía chupando desde hace rato; de repente siento que lentamente introduce sus manos por debajo de mi playera, acariciando mi espalada de arriba hacia abajo, tratando de meter sus manos al interior de mi bóxer y así estar en contacto con mis nalgas, que en aquel momento estaban paraditas y bien duras, bueno en realidad siguen igual; yo no lo dejaba ir más allá por miedo a ser agarrados por una patrulla, pero mi calentura fue más grande que mi miedo, así que de un segundo a otro ya tenía mi pants y mi bóxer por los suelos del carro, solo restaba mi playera, por lo tanto decidí quitármela y estar desnudo ante él.
Yo solo veía como Manuel me comía con su mirada, podía sentir su calentura, sus ganas de tocar mi cuerpo, saborear cada rincón de mi piel, tener nuestros cuerpos en contacto, compartiendo nuestro sudor y placer.

La verdad era muy incómodo estar fajando en los asientos delanteros, así que decidimos pasarnos a la parte posterior de su carro, oportunidad que aproveché para arrancarle toda la ropa y una vez desnudos y cómodos me senté en él, acomodé mi pene encima del suyo y con un movimiento lento empecé a desplazarme de atrás hacia adelante, para que nuestros testículos hicieran fricción, y poco a poco sentí como el pene de Manuel iba creciendo, era una erección impresionante, fácilmente unos 19 cm, yo moría por sentir ese pedazo de carne entres mis piernas.

De repente Manuel me toma entre sus brazos y me recuesta a lo largo del asiento, me besa y con su lengua recorre mi cuello, lentamente baja a mi pecho y mordisquea cada uno de mis pezones, me dolía, a lo cual grité – No mames wey bájale, ¡me duele!-, él solo rio y me sonrió, posteriormente con la punta de su lengua recorrió todo mi abdomen plano y duro hasta bajar a mi pelvis y por último se colocó frente a mi pene totalmente erecto alcanzando unos 17 cm, el cual no se la pensó dos veces y lo introdujo al interior de su boca, el placer era extremo y más por el hecho de poder ser descubiertos por alguien teniendo relaciones sexuales en el carro, yo solo sentía como la lengua de Manuel humedecía y recorría cada parte de mi pene, -¿Te gusta pequeño?.
- preguntó, solo sonreí dándole a entender que sí; de rato sentí como chupaba cada uno de mis testículos y como los metía dentro de su boca hasta bajar a mi ano, su lengua recorría la superficie de éste, trataba de lubricarme bien, se comía mis nalgas como si no hubiera un mañana, mientras con su mano derecha masturbaba mi miembro erecto; yo jugaba con su cabello, haciéndole saber que no parara; y de repente introduce uno de sus dedos de la mano izquierda, el dolor era insoportable, pero al ver su mirada y su sonría picarona el dolor cedía, él me hace una señal para que me parara y se pudiera recostar, y me dice: -Pequeño, ponte al contrario para poder jugar con tu culito mientras tú me la mamas, ¿Te late?.
- , -Va.
- Le respondí, lo más rápido posible me acomode frente a su verga, y mis nalgas apuntando a su cara; uno, dos tres dedos fueron los que entraban y salían de mi culo, una, otra y otra vez, yo solo me retorcía de placer mientras le hacia una de las mejores mamadas que hubiera hecho en mi vida, el tener ese enorme pene en mi boca saboreando su líquido preseminal me ponía al top del placer, lentamente con mi lengua acariciaba su glande y trataba de introducir todo su miembro hasta llegar a sentir la punta de sus vellos depilados en mis labios, así que empecé a masturbarlo al mismo tiempo que se la chupaba, y de repente siento como me detiene la cabeza –Bonito, espera que no me quiero venir aún.

- me dice con una sonrisa en su rostro; posteriormente se sienta y de la bolsa de su pants, que se encontraba tirado, saca un condón y me pregunta –Pequeño, ¿me lo pones?.
-, No lo podía creer, por semanas esperé ese momento, el día en que Manuel me penetrará, admito que me sentía nervioso porque quería que fuera un día inolvidable tanto para Manuel como para mí; tan rápido se lo puse, él agarro su pene y empezó a buscar mi ano, el cual se encontraba ya dilatado y humectado por su saliva, así que no batallamos en que entrará al interior de mi culo porque de un solo movimiento la introdujo, era una sensación de placer, de excitación, de morbo que nunca nadie antes me había hecho sentir; una de sus manos la coloco en una de mis nalgas y con su otro brazo me abrazaba por la cintura, es así que él tomo el ritmo del acto sexual, solo sentía como subía y bajaba de su pene erecto durante la penetración anal, cada vez más y más rápido, yo no aguataba el sentir tanto placer, mi pene estaba por explotar, y de repente lo abrazo por su cuello y lo beso, no tardamos en empezar a sudar y sentir que la temperatura de nuestros cuerpos aumentaba con cada embestida, mi pene hacia fricción con su abdomen, lo cual me estimulaba y dejaba salir chorros de semen sobre su cuerpo, eso lo prendía para realizar movimientos un poco más bruscos; ya no me reconocía, parecíamos un par de animales salvajes peleando por sobrevivir, de repente Manuel me deja de besar, toma mi cuerpo sudado y lo coloca sobre el suyo y me abraza con tal fuerza que escuché como tronaron mis vertebras, él me pide que lo abrace también y siento como la última penetración es más dura que las otras dejando su pene dentro de mi ano y quedando él paralizado; sin sacar su pene de mi ano Manuel masturba mi pene erecto por un par de minutos más hasta hacerme eyacular por todo su abdomen, pecho y creo lo salpique hasta su boca, él como siempre solo me sonríe, toma mi cara y me besa, al último solo nos reímos ya que los vidrios quedaron totalmente empañados como en el Titanic.

Ya vestidos me lleva hasta las puertas de mi cerrada y antes de bajar me agarra del brazo, yo lo volteo a ver y él acaricia mi mano para posteriormente darme un beso en los labios, un beso tierno, rápido y de piquito, como dos adolescentes enamorados.
Antes de bajar del carro me dice –Oye Santi, ya no estés triste, por algo pasan las cosas y siempre para bien, tu tranquilo.
- Yo le respondo con un simple gracias y una sonrisa, -Una última cosa pequeño, mañana no podré ir al gym, es que tengo que ir a Guadalajara a resolver unos asuntos y regreso hasta jueves, pero no dejes de ir a hacer ejercicio, nos vemos el viernes.
- Me dice Manuel.
(Quien diría que esas fueron las últimas palabras que le escuche decir).

“MIERCOLES, 13 DE ABRIL DE 2016”

7:40 hrs Fuck!, ya se me había hecho tarde para ir a las prácticas clínicas; rápidamente me doy un baño con el agua fría para despertar, me pongo el uniforme y salgo volando al hospital sin calentar el carro.

-Qué raro, ya son las 8:15 hrs y no veo por ningún lado a mis compañeros de rotación, eso es raro ya que por lo general yo soy el que llega al último.
- Me dije 

-Dr.
Santiago, ¿Qué hace por aquí hoy?, Se le olvido que hoy tenían el día libre.
- Escuché 

-¡Fuck!, lo olvide- dije.

Al momento que me doy la vuelta para ver quien me hablaba, me doy cuenta que era el Dr.
Adrián Herrera, trate de no ponerme nervioso, ya que, ese doctor me imponía, mejor dicho lo admiraba por ser una persona inteligente, preparado y muy lindo con sus pacientes, a parte estaba guapo y mamado, y por eso me ponía nervioso el estar frente a él, y se le notaba lo gay a kilómetros (Aclaro nunca me gusto).

El Dr.
Herrera no tenía ni un mes de haber terminado su residencia, así que le calculaba unos 28 años.

-¡Pero qué bueno que veniste!, así me ayudas con los pacientes.
- Me dijo

Estando ya en el consultorio entra la primera paciente, era una niña con no más de 14 años, la cual presentaba maculas acrómicas en diferentes partes de su cuerpo.

-Dr.
Santiago podrías ir por la luz de Wood, en lo que yo apago la luz del consultorio, para que analicemos mejor las maculas de la paciente.
- Me dice

-Claro Doctor.
- Respondí 

Una vez que le entregué la luz de Wood al doctor, decido colocarme a lado de él, esperando que el Doctor termine de revisar a la paciente para que posteriormente yo lo hiciera.

-Dr.
Santiago, ¿Qué haces tan lejos?, ven acércate, ponte junto a mí para que veamos juntos las manchas de la paciente.
- dice el Dr.
Herrera 

Más nervioso no podría estar, mi mejilla estaba literalmente rosando la mejilla del doctor, mientras tratábamos de ver la dermatosis del paciente a través de un vidrio con aumento y luz ultravioleta (Luz de Wood).

-Dr.
Santiago ya vio, un nevo de Sutton- Me dice mirándome fijamente a los ojos, estando a unos centímetros de darnos un beso.

-Sí, ya lo vi.
- respondí 

-Lo vamos a tener que retirar p

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